El cliente planteó un cambio en la orientación del negocio de hostelería que incluía una reforma del local que, en su día, había proyectado Alfons Tost. Consistía en pasar de un espacio para un negocio de alta gastronomía con un interiorismo de aspecto elegante y una distribución estructurada con cocina y sala muy delimitados, a un espacio desenfadado, donde el acto gastronómico se convierte en algo más lúdico, destruyendo límites entre cocina y sala, y aproximando al comensal al acto propiamente culinario.